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Jamás imaginé que el llegar un par de horas antes a casa,
me llevaría a descubrir la falsedad de aquel hombre.
Estas letras que hoy escribo tienen color a sangre,
principio y fin como todo en esta vida;
dolor y llanto, vida y muerte.

Y así narro éste, mi triste relato:

Llovía fuerte, el cielo parecía que se venía abajo,
feliz contaba los minutos para llegar antes a casa;
sabía que él ya estaba allí y no se imaginaba que yo podría volver tres horas antes.
Estacioné el coche y me quité los zapatos para que no me escuchara llegar.
Abrí despacio la puerta, quería darle una sorpresa,
pero me quedé fría, inmóvil, ¡Dios mío!... Estaban allí, en nuestro lecho,
revolcándose como dos fieras, despedazándose.
Ni siquiera se dieron cuenta que yo estaba como estatua en la puerta,
sin poder hablar, sin saber que hacer, me di la vuelta y me fui corriendo.
No podía creer lo que mis ojos habían descubierto,
él decía amarme y que jamás mi amor traicionaría.
Manejé no sé cuantas millas alejándome más y más de la casa,
con aquella grotesca imagen en la mente, no podía ser real, no...
Angustiada y llorosa conducía sin destino, sin importarme hacia donde iría.
Mi alma gritaba bajo aquellos relámpagos que sobre mi coche caían.
El viento soplaba fuerte, mi cabello empapado, era una noche casi fantasmal.
Nada me importaba, ya nada tenia razón, era como si una bala atravesara mi pecho;
me estacioné frente al mar y bañé mi cuerpo para quitarme sus caricias,
bebí de la espuma salada que a mis labios llegaba, para borrar sus besos.
El golpear de las olas contra mi cuerpo me mecía
y los relámpagos, a los que tanto temía, eran cómplices esa noche;
cautivo dentro de mi mente, aquel instante: ellos haciendo el amor...
No podía apartar aquella imagen, seguía nítida en mis pupilas.
Han pasado los meses y los días, desde ese cruel desengaño.
Sería mentira si digo que he olvidado aquella tormentosa noche,
aún la recuerdo, como aquel primer día que él juró ser fiel a mi cuerpo.
He recibido sus cartas de arrepentimiento, pero yo no perdono su traición.

Y hoy por fin, he narrado esta historia cruel, difícil de borrar.
Tan solo me queda la nostalgia y el recuerdo de aquel mal amor

 

~*~ Diosa De Fuego ~*~

Septiembre 2003

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Pintura de Steve Hanks "Pacific Santuary"